viernes, 27 de febrero de 2015

Corazón de Hierro.., Sensibilidad humana.

¿Cuán sensible es tu corazón?

Acaso  das de comer al hambriento o de beber al sediento, tal vez sea la justicia la que corra por tus venas.
Es la indignación tu refugio cuando tus ojos  contemplan la injusticia o somos permisivos ante ella.

No sé si podemos hablar de sensibilidad,  cuando cadenas de miseria y pobreza abrazan un pueblo, mientras nuestros cuerpos perplejos contemplan las lágrimas de los oprimidos sin tener quien los consuele.

No sé si podemos hablar de sensibilidad, cuando hombres, mujeres, niños, ancianos, mueren de hambre o en completo abandono por una sociedad que los rechaza, y no les brinda la oportunidad de que sus vidas sean diferentes.

Suave es la luz para el que ve, mas aquel que vive en oscuridad jamás contemplara el amanecer  a menos que una mano piadosa pueda abrir sus ojos y pueda admirar el nacimiento de un nuevo despertar.

Insensible es nuestro corazón, turbado y mezquino, incapaz de doblegarse ante el dolor de los que padecen.
No sé si podemos hablar de sensibilidad, cuando el miedo esclavizador gobierna y nos convierte en seres inertes e insensibles. De escasa conciencia y de suficiente ignorancia.

Somos diferentes a los animales, pero sienten más composición, que la que nosotros podemos sentir.   

La compasión, la piedad, la misericordia, fenecen lentamente en la voluntad de  los hombres.

Que nos quedara, que les quedara a nuestros hijos a nuestros nietos a las generaciones futuras..,

Un mundo estéril, un corazón de hierro fundido en la desesperanza, en la inequidad, la injusticia, la discriminación, la intolerancia.

Sin piedad, sin misericordia y sin compasión...

No sé si podemos hablar de sensibilidad, cuando vivimos en una intensa sequía de solidaridad, donde la lluvia de la injusticia violenta  la justicia, haciéndola permanecer oculta en la conciencia de cada individuo.

Mientras el mundo se entrega a las drogas, al alcohol y a la misma perdición, en este momento mueren muchas personas, otras suplican o claman por ayuda, francamente, somos el resultado de un trágico viaje en el que decidimos dejar de creer, dejar de soñar, de olvidar los valores e infringir los deberes, conducidos, por el egoísmo el materialismo, el individualismo, hacia un desconocido valle, donde el amor son las posiciones, donde los sueños son las riquezas, y la fe en un ser todopoderoso y omnipotente cabalgaría desbocada sobre el valle de la injusticia, turbada y condenada al olvido.

Es hora de despertar de ese sueño profundo en el que vivimos sumergidos, es hora de transformar nuestro corazón.

Que la solidaridad sea nuestra cobija, que el amor albergue vuestro corazón, que la justicia sea el aire que respiremos, que la fe sea el camino hacia la libertad y que al fin la oscuridad se convierta en luz.

José Fernando Yepes Vargas

Josefernandoyv_82@hotmail.com

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